El ministerio de Salud
bonaerense informó que pondrá en marcha un programa destinado
a
prevenir y
asistir a los anestesiólogos en la preocupannte adicción a las
drogas
opiáceas,
que afecta a esta profesión a nivel mundial.
Según se explicó, la
adicción a drogas opiáceas entre los anestesiólogos es un
problema
preocupante
a nivel mundial, y la Provincia de Buenos Aires no es la
excepción a la
regla.
Si bien no hay cifras
locales, estudios de Estados Unidos o España, calculan que 3
de cada 10
anestesiólogos son adictos, en un 90 por ciento, al fentanilo,
conocido
en el
ambiente médico como “la droga de la felicidad”.
Frente a ello, el ministro
de Salud de la Provincia, Alejandro Collia, y el titular de la
Asociación de
Anestesia, Analgesia y Reanimación de Buenos Aires, Daniel
Campos,
acordaron
poner en marcha un Programa conjunto destinado a prevenir y
asistir a
los
aspirantes y residentes que se encuentran en plena formación
en
hospitales
públicos bonaerenses.
“Esta
situación
es un problema que afecta
seriamente al equipo de salud y que puede poner en riesgo a
nuestros
pacientes”, dijo el ministro Collia.
Remarcó que “no podemos
mirar para otro lado, esto pasa, es grave y debemos brindar
ayuda y
orientación
a nuestros trabajadores y protección a la comunidad que
utiliza
servicios de
salud”. El plan de prevención y
asistencia contempla, entre otros puntos, que los residentes
acepten
voluntariamente
que les realicen análisis de sangre y orina, para detectar si
utilizaron alguna
droga anestésica.
Todo esto, según se prevé,
se hará con el consentimiento del médico anestesiólogo y bajo
las
condiciones
que impone la ley de confidencialidad de datos.
Entre las señales de la
adicción al fentanilo figuran los cambios bruscos en el estado
de ánimo
con
alternancia de depresión, euforia, enojos inmotivados e
irritabilidad.
También es común que
escondan agujas, que hagan más horas de las necesarias en el
hospital,
para
estar cerca de la droga y evitar los síntomas de la
abstinencia, y que
se
cubran los brazos para disimular los pinchazos.
Cuando la adicción está
instalada pierden peso, se los ve pálidos y, fuera del
hospital,
tienden a
aislarse y a sufrir todo tipo de problemas familiares y
vinculares, se
explicó.
En ese sentido, Daniel
Campos sostuvo que “la droga, que en un primer momento les da
una
sensación de
bienestar, deprime el sistema nervioso central y termina por
deprimir,
incluso,
la capacidad respiratoria; por eso, muchos mueren por
sobredosis”.
En ese sentido, remacó que
“hoy sabemos que la mayoría inicia el uso de esta droga cuando
está
haciendo la
residencia, por eso lo orientamos específicamente hacia ellos
y les
vamos a
ofrecer tratamiento gratuito a cargo de los especialistas del
ministerio de
Salud provincial”.