13 de noviembre de 2013

Buscan prevenir y detectar adicciones entre los anestesiólogos

Buscan prevenir y detectar adicciones entre los  anestesiólogos
 
El ministerio de Salud bonaerense informó que pondrá en marcha un programa destinado a prevenir y asistir a los anestesiólogos en la preocupannte adicción a las drogas opiáceas, que afecta a esta profesión a nivel mundial.
Según se explicó, la adicción a drogas opiáceas entre los anestesiólogos es un problema preocupante a nivel mundial, y la Provincia de Buenos Aires no es la excepción a la regla.
Si bien no hay cifras locales, estudios de Estados Unidos o España, calculan que 3 de cada 10 anestesiólogos son adictos, en un 90 por ciento, al fentanilo, conocido en el ambiente médico como “la droga de la felicidad”.
Frente a ello, el ministro de Salud de la Provincia, Alejandro Collia, y el titular de la Asociación de Anestesia, Analgesia y Reanimación de Buenos Aires, Daniel Campos, acordaron poner en marcha un Programa conjunto destinado a prevenir y asistir a los aspirantes y residentes que se encuentran en plena formación en hospitales públicos bonaerenses.
 “Esta situación es un problema que afecta seriamente al equipo de salud y que puede poner en riesgo a nuestros pacientes”, dijo el ministro Collia.
Remarcó que “no podemos mirar para otro lado, esto pasa, es grave y debemos brindar ayuda y orientación a nuestros trabajadores y protección a la comunidad que utiliza servicios de salud”.    El plan de prevención y asistencia contempla, entre otros puntos, que los residentes acepten voluntariamente que les realicen análisis de sangre y orina, para detectar si utilizaron alguna droga anestésica.
Todo esto, según se prevé, se hará con el consentimiento del médico anestesiólogo y bajo las condiciones que impone la ley de confidencialidad de datos.
Entre las señales de la adicción al fentanilo figuran los cambios bruscos en el estado de ánimo con alternancia de depresión, euforia, enojos inmotivados e irritabilidad.
También es común que escondan agujas, que hagan más horas de las necesarias en el hospital, para estar cerca de la droga y evitar los síntomas de la abstinencia, y que se cubran los brazos para disimular los pinchazos.
Cuando la adicción está instalada pierden peso, se los ve pálidos y, fuera del hospital, tienden a aislarse y a sufrir todo tipo de problemas familiares y vinculares, se explicó.
En ese sentido, Daniel Campos sostuvo que “la droga, que en un primer momento les da una sensación de bienestar, deprime el sistema nervioso central y termina por deprimir, incluso, la capacidad respiratoria; por eso, muchos mueren por sobredosis”.
En ese sentido, remacó que “hoy sabemos que la mayoría inicia el uso de esta droga cuando está haciendo la residencia, por eso lo orientamos específicamente hacia ellos y les vamos a ofrecer tratamiento gratuito a cargo de los especialistas del ministerio de Salud provincial”.